viernes, 22 de febrero de 2008

Evelyn y yo part.2! BY TETO!!!

...Evelyn, era demasiado golfa como para pasar desapercibida. Su naturaleza inquieta y curiosa, le llevó a descubrir el sexo con la tierna edad de 12 años. Por aquel entonces no podía imaginar que aquella fuente de placer inciático descontrolado le llevaría a ser una loca diva del sexo pagado unos años más tarde...pero eso es otra historia, sobre la que volveremos más adelante...

"E-V-E-L-Y-N...poesía en su boca. Cada letra, cada sonido que se generaba al pronunciar su nombre, provocaba una reacción incontronlada en su sexo. Su pene crecía, recogiendo toda la sangre que había en su cuerpo, hinchándose hasta límites insospechados. E-V-E-L-Y-N...un nombre hasta hace poco sin más, y que ahora adquiría un sentido etéreo, único, increíble, maravilloso...mientras dejaba volar su imaginación divagando acerca de la bella y joven Evelyn. Y así, se iba tocando, a un ritmo cada vez mayor. Creciente. Buscano dar salida a ese chorro de vida que le oprimía los testículos..."

lunes, 18 de febrero de 2008

Evelyn y yo!


Allí estaba, 16 años después. Junto a la vieja puerta de metal a la entrada del jardín, en el número 256 de la avenida Lincolm.

Aún recuerdo la última vez que vi la casa alejarse tras el cristal del viejo Chevy de mi padre. Era un día azulado, todos los niños del vecindario jugaban en los jardines y montaban en sus bicicletas. Si cierro los ojos los puedo ver despidiéndose de nosotros al paso del Chevy crema, corriendo tras nosotros hasta que no podían más. Pero el recuerdo más amargo fue ver desaparecer a las gemelas Stin, Evelyn y Jessy. Eran dos preciosas criaturas que habían perdido a sus padres en un accidente de tráfico, vivían al otro lado de la avenida con su abuela y que me habían robado el corazón y alguna que otra cosa. El sonido de un claxon me retorno a la realidad, era el comercial de la inmobiliaria con quien había quedado para ver la casa por dentro, la casa donde yo había vivido durante mi infancia.

Todo en ella permanecía igual. Pese a los años y al papel barato en las paredes, la casa mantenía su esencia sureña que tanto anhelaba. Pudimos ver todas las estancias, la habitación de mis padres, el salón, el sótano y mi habitación abuhardillada, desde cuya ventana veía como las nubes dibujaban lienzos tan veloces como mi imaginación permitía. La casa estaba en buen estado, así que decidí comprarla. Necesitaba recuperar la adolescencia que mis padres me robaron……..

(continuará.......si vosotros queréis)