lunes, 16 de junio de 2008

Tarde de sangre en la arena, José Tomás

15 de junio, las ventas. José Tomás, dispuesto a salir por la puerta grande, aunque sea lo último que haga. Allí estaba, en la arena, mirando al astado. Respirando el aire de las grandes gestas. Hay gestos y gestas y la de José Tomás fue una tarde de gestos para
conseguir una gesta. Quizás no era el día, quizá no acompañaba la ganadería, pero la ocasión era propicia para jugarse la vida una vez más. Dicen que José no torea, que se arrima demasiado, que desprecia su vida en cada acometida del miura, dicen que eso es un suicidio.Para mi, eso es valor. 4 cornadas y tres orejas, un parte de guerra que refleja la casta de aquel que no se rinde y del que nadie puede criticar su entrega y arrojo. En su primer toro de la tarde, recibió una puntáa en la mano y un revolcón, no sería la última vez que besara la arena del foso de las ventas. Toreo donde el toro estaba más agusto cerca de los burladeros, donde los manuales desaconsejan la práctica del toreo. El astado le propino un revolcón, naturalmente. Pero José Tomás no se arrugó. El cuarto de la tarde, la zancadlleó, un susto sin más que terminó con los suspiros de un respetable que guarda silencio cuando el maestro está en el ruedo. Salió dispuesto a todo con su último, era su tarde. Tres cornadas, dos revolcones. Las ventas a sus pies. La imagen: con el traje enfundado en sangre, su cuadrilla detrás encaminó el paseillo hasta la enfermería, altanero,orgulloso, desafiante y con un graderio entregado que le despide al grito de torero. Y DIGO YO, SI ESTO NO ES TOREAR, DIGANME QUÉ LO ES.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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